¡Agradece a quienes no supieron quererte!

El viaje de la vida nos pone constantemente compañeros de viaje que cambian nuestra vida por múltiples motivos. Empiezan llenando el camino de ilusión y de nuevas experiencias, se desenvuelven como una parte del viaje llena de emociones, una constante "montaña rusa" entre lo bueno y lo malo que podemos vivir junto a alguien y lo más característico de ellos es su desenlace, terminan bajándose en una estación cerca, o en algunos casos, medianamente cercana, pero su condición de efímeros es lo que los diferencia del resto. Pensamos que sus días a nuestro lado serían un tanto más duraderos pero no son más que instantes de nuestro viaje y por supuesto, un recuerdo más por sumar. 
A medida que uno crece y madura en la vida, entiende entonces que no vale la pena guardar ningún tipo de rencor a estas personas que decidieron "bajarse del tren" rápidamente o nos dieron motivos para pedir una parada cerca, sino que al contrario, debemos agradecerle a cada una de estas personas que en definitiva no supieron quererte ni por lo que eres ni por lo que estás dispuesto a dar o simplemente nunca tuvieron la disposición de hacerlo. 
Normalmente en los primeros momentos del viaje junto a estas personas, sabemos que tienen una magia distinta, empezamos a experimentar emociones que nunca habíamos sentido, tenemos un sin fin de anécdotas por contar que hacen que tu mente y principalmente, y peligrosamente, tu corazón se sienta dispuesto a apostarle todo a esa persona. ¡Cómo no, si aparentan ser todo lo que buscamos! Llegamos a un punto en donde la entrega es involuntaria, y la dedicación va más allá del 100%, hacemos cosas que las mismas personas que nos conocen saben que no haríamos por cualquier otra persona y en muchas ocasiones hasta re ordenamos prioridades. ¡Qué error tan doloroso!
Y no es catalogado como un error por el hecho de que en muchas ocasiones esto ni siquiera es recíproco, sino porque empezamos un proceso de autodestrucción inconsciente. Ahí es donde se empiezan a enumerar las enseñanzas o para decirlo acorde al texto "los motivos por los cuales agradecer"
Y que más allá del dolor que eventualmente causan las situaciones así, el crecimiento personal que llevan consigo es enorme. Empecemos:
1. Aprendemos sobre entrega, sobre dedicación, aprendemos hasta donde somos capaces de querer y de luchar por eso que nos llena de felicidad en un determinado punto de la vida, algunos hasta aprendemos a amar y entendemos de lo que somos capaces de hacer por otra persona. ¡Entendemos qué tan buen partido somos y cuáles puntos caracterizan la autenticidad de nosotros mismos!
2. Aprendemos a entender las señales que nos dan los demás, aprendemos a escuchar y también aprendemos a estar en desacuerdo con muchísimas cosas y manejar sentimientos que muy posiblemente en otra situación no hubiésemos tenido la oportunidad de experimentar: sabemos lo que duele el rechazo, lo que emociona un plan espontáneo, la ansiedad que provoca la incertidumbre y hasta logramos entender que... ¡una ausencia de señales es también una señal!
3. Aprendemos sobre paciencia y lucha ¡wow! un punto crucial en todo tipo de relación. ¿Hasta dónde estoy dispuesto a esperar, qué estoy dispuesto a aguantar y sobretodo, que tanto vale la pena una lucha individual por algo que eventualmente es de dos? Entendemos que hay cosas que por excelencia son de suma 2, y que sostener una cuerda de un solo lado buscando equilibrio se vuelve cansado. 
4. Aprendemos también sobre la importancia de tener "cómplices" con quienes compartir las dichas y los sufrimientos de estas etapas de la vida. Las voces consejeras muchas veces saben exactamente que es lo que queremos escuchar y también lo que no queremos oír, y aún así están ahí para decirlo. Nunca, nunca se dispongan a tener una aventura sin tener un paño de lágrimas, una voz consejera o una mano amiga, son tan necesarias como la sensación que nos da contar una buena noticia. 
5. Aprendemos a soltar, en efecto a soltar todas las situaciones que nos llenan de ansiedad, todos los pensamientos que nos traen abajo, a soltar nuestros fantasmas e incluso dejar de buscar fantasmas ajenos o en su defecto; estar dispuestos a asustarnos con eso que no queremos saber. 
Soltar... muchas veces inclusive este punto se relaciona con esa "parada" inesperada que pedimos de nuestro propio viaje solo para explicarle a esa persona por qué es momento de bajarse ahí.
6. Amor propio: mi lección favorita y posiblemente la más difícil de todas. Desde las etapas de ilusión hasta las de desencanto, el viaje con alguien que no sabe o no está dispuesto a quererte es un aprendizaje para uno mismo. Es aquí donde después del sacrificio y del trago amargo, un día todo comienza a tener sentido; empiezas poco a poco a retomar antiguas prioridades, estableces nuevas rutinas, te das nuevas oportunidades. Un día entiendes que el problema nunca fuiste tú, sino que tu compañero empezó a ver defectos en ti creados por sus propias expectativas, no estás para satisfacer las expectativas de nadie más que no seas tú. Entiendes que el día que te dijeron eso que no querías escuchar, no había nada malo en ti, sino que el miedo, un apego al pasado o una expectativa a futuro, tenía literalmente paralizado a la otra persona y no fue capaz de luchar por ti, ni por ustedes (Sí en plural). 
Es un aprendizaje doloroso pero satisfactorio, porque después de muchas experiencias en medio, entiendes que mereces a alguien que sepa aceptarte y acogerte con todo lo que eres, un pasado lleno de historias, un presente completamente imperfecto y un futuro relativamente incierto y bueno, esa persona debe estar dispuesta a quererte de esta manera o al menos "hacer el intento" si realmente su apuesta eres tú. 

Es, literalmente, gracias a las personas que no supieron quererte que sabes que quieres esperar para la próxima vez la vida haga una parada súbita y veas a alguien más subirte en tu vagón. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Una entrega al 150%

Regale algo que dure -para siempre-

La metáfora del árbol.