Casualidades que no existen


Todo pasa por algo, y la vida se rige bajo dicha regla. Así funciona todo, así fluye todo y la manera en la cual las personas entran y/o salen de nuestra vida no es excepción. Todas las personas que forman parte de la obra que vivimos tiene un propósito bien planteado, algunos de estos propósitos son conocidos desde antes de conocer a la persona, sí... por más irónico que suene; pero todos sabemos o tenemos la idea de lo que va a hacer "mamá" o "papá" en nuestras vidas o al menos lo que por su condición deberían hacer. Pero de muchos otros desconocemos el guión, no sabemos a qué llegan ni cuando se podrán ir, solamente llegan a sorprender.

Muchos llegan para quedarse, algunos de manera física, otros solamente de una manera afectiva porque por esas mismas cosas que la vida pauta, son retiradas de escena. El punto central es que nadie llega a nuestra vida por casualidad, el motivo está escrito en algún lugar del universo, pero está escrito. Llegan a dejar lecciones, a dejar alegría, unos llegan a dejar incluso hasta sufrimiento. Llegan a dejar recuerdos, momentos, secretos y experiencia pero el camino de ellos se cruzó con el nuestro porque así tuvo que ser, hay casualidades que no existen y que alguien entre o salga de tu vida es una de ellas. La llegada de alguien a nuestra vida es casi que un tratado de reciprocidad en donde ambas partes deberán dar un poco de sí para lograr un intercambio perfecto, de no ser así la salida es casi que definitiva.

Las personas llegan a nuestra vida con el propósito de simplemente ser lecciones, Dentro de la convivencia con ellas aprendemos y entendemos una serie de aspectos que necesitamos en la vida diaria. La diferencia entre un grupo de personas y el otro es simple, unas quedan siendo simples enseñanzas, otras quedan siendo constantes en el presente.
Personas llegan a enseñarnos como lidiar con problemas, como tolerar, como resolver conflictos, como ser fuertes... Llegan y nos hacen demostrar lo que es llorar por la rabia o por amor, lo que es sentir decepciones, ser traicionado... Simplemente llegan a formar un poco nuestro carácter y como dicen "sacar espuela". En determinado punto, es momento de dejarlos ir, (aunque muchas veces no queremos)  agradecerles su aparición y continuar la función...
El otro tipo de personas son aquellas que llegan para quedarse, tanto físicamente como afectiva mente. Nos encariñamos de una manera excepcional. Creamos vínculos que no se repiten con otras personas de nuestro círculo de amigos. Aprendemos a hacerlos parte de nuestra rutina, quizá no diaria, pero sí esa rutina de vida. Llegan a salvarnos de momentos difíciles, a poner sonrisas donde las lágrimas buscan lugar, a dar consejos, a dar apoyo y no dejarnos caer. Llegan a promover un poco esa chispa personal que tenemos y hacerla surgir... Esas son las personas que se deben conservar. Las que nos aceptan y se quedan en momentos de dicha y de desdicha.

Bajo esta idea es evidente que dos almas no se cruzan por casualidad. Unos llegan a dejar, otros llegan a recibir solamente, y finalmente están quienes llegan buscando equilibrio y de esta manera logran quedarse, tal cual debe ser.  Todas las puertas que se abren en la vida para las distintas personas tienen una razón de ser, el trabajo de nosotros está en detectar aquellas que deben cerrarse y quedar como lección o quedar abiertas y perfeccionar el vínculo que las abrió.

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